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2013

jueves, 28 de octubre de 2010

Ensayos Filosóficos

Ensayo filosófico de Esteban Coridoni

Introducción
En el presente ensayo se analizará algunos temas que desarrolla la filósofa Simone Weil en su obra “Raíces del Existir” o “Echar Raíces”. Para tener una buena perspectiva de lo que escribió la pensadora, se hará alguna referencias a importantes hechos que definen su vida y sus ideas. Weil nació en 1909, estudió en la Escuela Superior de París, allí forjo una forma de pensar particular a partir de las enseñanzas impartidas por su profesor Alain. Luego de haber enseñado en algunos Liceos, decidió dejar la docencia y dedicarse al trabajo obrero con el objetivo de conocer mejor su realidad. En 1936 participó en la guerra civil española. Mujer de origen judío, criada en un ambiente agnóstico. En 1938 atraviesa una crisis religiosa que la lleva al cristianismo. A causa del inicio de la Segunda Guerra Mundial debió refugiarse en Estados unidos, pero terminó viajando a Londres con la intención de ayudar. Allí escribió el texto que se analizará a continuación. Muere en 1943, durante el transcurso de la guerra. consecuencia del agravamiento de la tuberculosis que padecía. Es importante destacar que su enfermedad empeoró, debido a que ella dejó progresivamente a dejar de comer al ver en el estado en el que se encontraban los ciudadanos franceses. En el cuerpo del ensayo se desarrollaron determinados puntos del escrito y se expondrán ideas propias sobre los mismos.

Desarrollo

Simone Weil habla del concepto de obligación, anteponiéndolo y dándole mayor importancia que al derecho. Esto se debe a que la autora argumenta que el derecho es posible a causa de que hay otros que están obligados con el fin de que el mismo se cumpla. Dentro de este punto se desarrolla la idea de que el fundamento de todo derecho es la obligación. La obligación mayor y principal que tiene el hombre es la de considerar y respetar al otro como un igual. En esta idea en especial habría que detenerse, ya que es algo que en nuestra sociedad casi no existe. La realidad es que las personas por diferentes cuestiones que pueden ser el color de piel, la clase social, la religión, el físico, el origen, la nacionalidad hace que se crean más iguales que otras. La creencia en la existencia de las razas y que la blanca se creyera la superior fue motivo y errónea fundamentación de la esclavitud. Así como este hecho se pueden nombrar muchos otros. Todos ellos movilizados por la discriminación que lamentablemente se encuentra en distintas formas; en ocasiones, imperceptibles en nuestra sociedad. El problema no radica en la separación, sino en la equivocación del hombre en sentirse mejor que el otro que tienen al lado y terminar por considerarlo inferior, y en la posibilidad que pueda hacérselo notar. Esto es algo muy difícil de cambiar a causa de que está muy arraigado en las costumbres de las personas y la acción no es repudiada sino hasta en algunos casos aplaudida. La única forma de luchar contra la discriminación es la educación familiar, ámbito en el que se debería inculcar el respeto a los demás por el simple hecho de ser persona. Situación que no sucede ahora, ya que niños y jóvenes en su mayoría están liberados a hacer lo que quieren sin ningún tipo de límite o enseñanza que permita el crecimiento de la persona en buenos valores.
Weil habla de las necesidades del hombre, que hacen al mismo ser lo que son. Estas necesidades no tienen que ver con los vicios o caprichos, sino con el ser más profundo, más íntimo del humano. Dentro de ellas está la libertad y la obediencia. En primera instancia se hablará de la libertad, lo que dice la autora es que la misma se entiende como la posibilidad real de elegir que posee el hombre. Particularmente no cree que los límites sean los responsables de disminuir la libertad, si esas limitaciones están incorporadas en el mismo ser del hombre. Para ella, la ausencia total de límites hace que no haya moderación en la forma de actuar. Parece realmente acertada la idea de que la libertad no es afectada por los límites. El hombre es libre y vive en comunidad por ello mismo debe tener límites, ya que si hiciera uso de su libertad en su totalidad tendría la posibilidad de realizar actos que resulten perniciosos para los demás. Si los límites fueran enseñados y aceptados por la población, dejarían de considerarse como tales. El problema que aqueja a nuestra realidad social es que las reglas no están claras y son cambiantes. Por ejemplo, acciones éticamente correctas, en los tiempos actuales son desmerecidas y motivo de burla. Una persona que encuentra una billetera y la devuelve, actúa con honestidad, y a pesar de ello su actitud sería desaprobada y criticada por muchos. Es necesario recurrir otra vez a la educación familiar. La familia, los individuos aman a su familia en la mayoría de los casos, debe impartir reglas guiadas por la moral y la ética para que así la persona pueda manejarse con rectitud.
En cuanto a la obediencia, la autora explica, que existen dos tipos los cuales son: la obediencia a las reglas establecidas y a las autoridades. La obediencia para ser considerada como tal debe ser motivada por el consentimiento. Esta necesidad fue utilizada por el humano para someter a la esclavitud a otros. Por ello la persona que ejerce autoridad sobre otra; a su vez debe responder a otra. De este pensamiento se puede desprender la idea, en cuanto a la obediencia a las reglas, de que es necesaria su existencia porque permitiría que la educación fuera efectiva. En el caso de que la misma fallara entrarían en cuestión las autoridades. La sociedad actual necesita de ellos ya que ninguna de las dos son debidamente respetadas. Hay múltiples reglas. Las reglas que permiten al hombre obrar bien, lamentablemente se han olvidado y en otros casos no se les da la importancia que debería. Simone Weil también destaca la importancia de la responsabilidad en el hombre. El humano tiene la necesidad de la responsabilidad, de sentirse útil, de poder ver los frutos de su empeño plasmados en un trabajo. Esto no coincide primeramente con el que no tiene un trabajo y en segundo lugar con el que posee un trabajo que es muy mecanizado o rutinario. Esto puede verse en el hecho de que hay mucha gente que no puede satisfacer esta necesidad. En ocasiones se debe a que no consigue un trabajo y otras, que por cierto son muchas, es porque no quieren satisfacer esa necesidad con una trabajo. Como también existen los que no se creen útiles a causa de que tienen un trabajo demasiado rutinario o mecanizado que no les facilita la sensación de sentirse serviciales para con la comunidad.
La filósofa francesa habla de la igualdad y la jerarquía. Define a la igualdad como al respeto que se le debe tener a las personas por el simple hecho de su condición de ser persona. En primera instancia resulta indiscutible la existencia de diferencias en el ser humano, pero imponiendo la anterior idea se intenta equilibrar la brecha entre la igualdad y la desigualdad. Ella a raíz de esto, propone que se aumenten las penas a medida que aumente el rango social. Esas personas han tenido más posibilidades, mejor educación, más libertad y eso funcionaría como un agravante del mal accionar de la persona. La idea posee lógica, pero sería muchísimo mejor intentar acortar la desigualdad. No creando una desigualdad en otra área sino hacer todo lo posible por reducir la desigualdad. Sabiendo que es prácticamente imposible eliminarla completamente. No debería existir gente marginada del sistema, todos tendrían que tener la posibilidad de estudiar, de formarse, de tener una casa y un trabajo. Habría que sentar las bases de qué es lo primordial para el buen desarrollo de la persona y de ahí en más intentar proveérselo a todos. Igualmente antes de realizar lo antes dicho, es necesario eliminar la discriminación, si ella existe es imposible desarrollar una comunidad justa.
Weil también habla de la jerarquía que es el acto de ver a las autoridades como símbolos y no enfocarnos en lo que compete a la persona. Este concepto exhorta a los superiores a que no crean que el puesto que ocupan los convierte en mejores personas.
Simone Weil escribe sobre el honor y el castigo. En cuanto al honor es el reconocimiento que se le da a una persona en su entorno por su forma de actuar y sus obras. Además se le debe a las personas un respeto acorde a su profesión. Ve al castigo como un cierto honor que redime la culpa del crimen y educa al hombre a tener un mayor compromiso con el bien público. El castigo permite la restitución del orden que fue corrompido. Es notablemente considerable que le de tanta importancia a las buenas acciones del ser humano y la profesión. Esto alentaría a las personas a actuar de forma distinta, debido a que muchos se sienten frustrados no sólo al no ser reconocidos sino además en ocasiones sean desaprobados por el común de la gente. En lo que respecta a la profesión sería bueno que en los días de hoy se realzaran más profesiones como la del médico, bombero, policía, educadores etc. Para que puedan sentirse más honrado y útiles. El castigo no tendría que ser un honor sino un deshonor recibirlo, ya que evidenciaría que se ha se a actuado mal.
Weil habla de la libertad de opinión y la verdad. Muestra la necesidad que tiene el hombre de que su inteligencia se exprese libremente. Propone la eliminación de los partidos políticos a causa de que manifiesta un pensamiento colectivo que para ella es inexistente debido a que la inteligencia corresponde al individuo. Critica a los escritores y a las publicaciones que influyen en la opinión. Exige un control sobre las publicaciones en cuestión. Ve en la propaganda una forma de coerción disimulada que afecta al pensamiento de las personas. Además dice que las inteligencias integradas a la verdad no son utilizadas por ninguna persona. Para ella la inteligencia busca a la verdad, le es necesaria. Critica a los que son responsables de evitar el error para que el lector pueda informarse de la verdad y no de las mentiras o medias verdades que publica el periodismo. Cataloga a esto como un crimen que queda sin castigo. Propone la creación de tribunales que juzguen y castiguen los errores considerados evitables y la eliminación de la propaganda. Ella también explica, que es imposible satisfacer la necesidad de verdad de un pueblo que no ame la misma. Es difícil considerar que un partido político encierre en sí mismo una idea que identifica a muchas personas, muchos de los que militan y alegan que coinciden en todo lo que profesa el partido son fanáticos. Es más factible que se coincida en parte con la ideología del partido. La desaparición del partido no es real, quizás lo que debiera suprimirse es el fanatismo. La prensa es en la actualidad es todo lo que expresa magistralmente Simone Weil. En el caso de la televisión argentina hay dos polos, Clarín y Canal 7, que tergiversan la realidad con el objetivo de afectar al otro en intentando influir en el pensamiento de las personas. Generan que el pueblo se divida en los fanáticos de cada facción, los escépticos y los que buscan la verdad entre tanta mentira. En cuanto a la creación de los tribunales y la eliminación de las propagandas es casi imposible ya que es un medio muy fuerte y con mucho poder que no aceptaría estas medidas. Además la propaganda es algo que esta muy arraigado a la cultura popular y no muchos ven el efecto nocivo que pueda tener.
Por último se destaca lo que la filósofa comenta sobre la seguridad y el riesgo. Pone énfasis en que el miedo y el terror son capaces de paralizar a las personas, un veneno mortal para el alma. Pero también los humanos necesitan una dosis de riesgo que evite el tedio. Esto podría adaptarse a nuestra realidad que vive una gran inseguridad.
Finalmente el objetivo final para Simone Weil, echar raíces acción que es difícil de definir. Igualmente la idea que da es que esta necesidad debe estar garantizada por la comunidad a partir de la satisfacción de las anteriores necesidades. El hombre tiene la necesidad final más profunda de participar de forma real en la colectividad, dejar una huella y recibir la totalidad de su vida moral, intelectual y espiritual. Algo que por lo menos aquí y ahora resulta imposible debido a que muchas de las necesidades anteriores no son satisfechas.

Conclusión

Luego del mínimo análisis de la gran obra de la filósofa Simone Weil se puede concluir con varias ideas. Primero es realmente admirable la convicción con que se manejó durante toda su vida, actitud muy poco común en la actualidad. En cuanto a sus propuestas muchas resultan inaplicables, debido a su falta de concordancia con la realidad. A pesar de ello, es digno de elogio el compromiso que tuvo con la sociedad. Sus ideas abren el pensamiento y el camino para meditar problemáticas de la sociedad que no son habitualmente pensadas. Gracias a Simone Weil tenemos la posibilidad de hacer una autocrítica y desde allí proponer distintas soluciones. La solución para las problemas que nos aquejan, es la educación. Hacer todo lo posible para que las personas puedan desarrollarse moralmente bien, esto permitiría que cada persona desde su lugar hiciera todo lo que le fuera posible para ayudar a que la sociedad prospere. Esto supone en primer lugar que el Estado dé posibilidad a la gente, y en segundo lugar que los ciudadanos cooperen, ayuden al otro, eduquen a sus hijos en buenos valores para poder crear un ambiente más justo que nos permita echar raíces. Es increíble y lamentable que la idea resulte casi utópica, ya que en la sociedad si hay algo que está en decadencia y en la desidia más trágica es la educación. Se necesita compromiso y voluntad del hombre para poder llegar a hacer algo.

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